sábado, 31 de diciembre de 2011

La base fundamental del peronismo es la humildad

 
Por Juan Carlos Dante Gullo*

El peronismo es sinónimo de juventud y nos sigue apasionando como identidad, como vigencia de un paradigma que determina una cultura nacional, popular, de liberación, revolucionaria y transformadora.
Hace pocos días, la Presidenta convocó a los presidentes del mundo, a los gobiernos y a todos los hombres y mujeres, a volver a lo que significan los países con inclusión, que brinden igualdad de oportunidades. Ella habla de humanizar el capitalismo y generar oportunidades para todos. Y el peronismo es una doctrina profundamente humanista y cristiana. Esto está definido en una de nuestras 20 Verdades. Yo creo que con Néstor y con Cristina volvemos a encontrar una realidad que nos permite a muchos saber que nuestras raíces son muy sólidas, son muy profundas, pero también que nuestro tronco es muy sabio y que hay un follaje que no tiene límites, ni acá ni en el mundo.

Hay una vigencia tremenda del peronismo
La crisis que viven grandes países en Europa o Estados Unidos pone patas para arriba muchas de las ideas que nos habían volcado en las últimas décadas. En esta situación, hay una vigencia tremenda del peronismo y no me refiero solamente a la Argentina o a la región: hoy muchos analistas políticos, periodistas, incluso en foros académicos donde hace pocos años se planteaba que el peronismo era algo inentendible, le prestan atención, lo analizan y genera debates.

Políticas integrales
La participación de Néstor y Cristina en una realidad política como la Argentina -que tiene hoy mucho margen de maniobra, muchas cosas para mostrar, para difundir, muchas cosas para defender-, le da al peronismo una calidad y una importancia que muchos hombres y mujeres del mundo, presidentes, presidentas, dirigencias políticas, empresariales, sociales, hombres de la cultura, están buscando el por qué de esto. Yo creo que cuando Obama se reunió con Cristina la habrá mirado buscando a Kirchner, a Perón, a Evita, tratando de develar este misterio que significa una realidad política que tiene respuestas integrales para la Argentina, para la región y para el mundo.

El peronismo es sencillo
Pero el peronismo se explica con pocas palabras, es sencillo. Como bien explicaron nuestros prohombres Perón y Evita, se dio en una coyuntura donde un conductor contó con el pueblo que se movilizó y con un bagaje doctrinario y filosófico para llevarlo adelante –como decía Evita: esa masa, que organizada, es pueblo. El peronismo se entiende fácil, como Perón lo decía en ese discurso brillante en el Congreso de Filosofía, en Mendoza, que fue lo que hoy conocemos como La Comunidad Organizada. En dos palabras se define todo lo que está encerrado en el universo integral del peronismo, esas dos palabras son Tercera Posición. No hay más misterio. A través de esa Tercera Posición se definen políticas profundas, de fondo, políticas de soberanía. Es una cosa sencilla pero que determina una gran profundidad.

Tercera Posición
No fue fácil definir estas políticas en el 45. Ese año no solo tuvimos nuestro 17 de Octubre, sino que además finalizó la Guerra Mundial. Había un esquema de pensamiento muy rígido y una forma de concebir el mundo y las relaciones entre los pueblos y las naciones, que también era muy esquemático y rígido, que no dejaba a nadie libertad de acción. Es decir, se sale de la Segunda Guerra con un acuerdo de las potencias ganadoras donde el mundo se divide con una zona bajo la influencia de Estados Unidos y otra para la URSS. Y el resto de los países estaba supeditado. Y Perón dijo: no. Y ahí levantó la Tercera Posición a nivel internacional.

Una gran revolución
El peronismo fue una gran movilización y un gran cambio: el 17 de Octubre, como lo explica Evita, significa una gran revolución. Hay que leer La Comunidad Organizada, el Proyecto Nacional del 74, La Conducción Política. Hay piezas que fueron subestimadas porque hubo una intelligentzia -sigue habiendo ahora más en minoría-, que subestimó al peronismo como formador de pensamiento, de conciencia, de elaboración doctrinaria. Creyeron que era un elemento coyuntural y que eliminado el factótum, en este caso Perón, se olvidaban.

La Comunidad Organizada
No entienden que cuando los pueblos organizados toman conciencia, y si además lo hacen sobre la base de pensamientos que son muy sólidos, son invencibles. Si uno conoce y practica el abc del peronismo, jamás se le hubiese ocurrido decir relaciones carnales con Norteamérica, eso ya no es peronismo. Se confunde el que quiere, es muy fácil el peronismo. Cuando se llevan a la práctica políticas neoliberales que ponen la economía en función de los mercados y en contra de los pueblos, eso no es peronismo. No puede haber confusión en esto.
El peronismo es simple y a la vez muy profundo, porque las ideas son producto de la movilización de los pueblos, de devenires históricos que coadyuvan figuras fuertes como las de Perón o Evita, o Néstor, ahora ahí arriba, y Cristina, que nos resulta la mejor síntesis con lo que hoy sucede.

Perón, Evita, Néstor y Cristina
Nuestra historia es muy hacedora, con belleza y épica, con una entrega y una resistencia incomparable. Este movimiento es dinámico, transformador, estéticamente bonito y culturalmente no tiene techo, fronteras. Es tan rico que no hay precedentes en la historia de un movimiento que en 1945 haya generado una conducción como la del General Perón; que, a su vez, dé una figura trascendente que hoy es patrimonio histórico, cultural y social de la Argentina, la región y del mundo, como Evita. Y cuando todo estaba como para ser firmado por las minorías, las elites, o las oligarquías, para darnos el certificado de defunción, aparece Néstor. Y cuando todos decían: bueno, que esto termine, son un par de años y hasta luego, Cristina es la continuidad. No sé si hay antecedentes de muchos movimientos que en tan poco tiempo hayan dado figuras tan fuertes.

Somos una parte muy fuerte de la historia
Nuestra patria celebra el Bicentenario, 200 años de historia. Y nuestro movimiento, el peronismo, ya lleva casi una tercera parte, 70 años. Somos una parte muy fuerte de esta historia. Al mismo tiempo, el peronismo es joven, yo me siento joven, y estos compañeros de hoy de doce, quince, veinte, veintipico de años, que están militando con esta capacidad, con esta inteligencia, con este nivel de definiciones, en apenas 30 años van a ser hombres jóvenes y van a ser ellos los que gobiernen la Argentina, dándole con toda la fuerza al Centenario del Peronismo, con vigencia en nuestra nación y en nuestra Patria Grande. Y quizás como un paradigma generador de ideas y de posibilidades para amplias franjas de la humanidad.

Ahora más que nunca, después del triunfo de octubre, no hay que bajar los brazos, no hay que dormirse en los laureles, ahora se ven los pingos en la cancha. Ahora hay que trabajar más, militar más, con más responsabilidad, para ir por todo: para que no quede un solo pobre en nuestro país. Nuestro proyecto se hace con el pueblo, por eso Cristina gobierna para los 40 millones de argentinos y argentinas y, además, convoca a la unidad nacional. Pero esto tenemos que hacerlo, como decían Evita y Perón, con la base fundamental del peronismo: la humildad.

* Diputado porteño, designado Vicepresidente 2º de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Marx, el 19/20 y el kirchnerismo

 Por Amílcar Salas Oroño *
 
1 En Marx, las imágenes juegan un rol decisivo: permiten al lector figurarse mejor las dimensiones, los espacios y el tiempo del drama contenido en el conflicto entre las clases. Son recursos casi literarios, líricos, al servicio del análisis de las contradicciones y los antagonismos del capitalismo. Muchas veces ese juego de imágenes y palabras es intermitente: a veces quieren decir una cosa y a veces otra; son como murciélagos: según la sombra, pueden ser pájaros o ratones. Pero esa insistencia de Marx por cargar con símbolos y metáforas variadas a su ciencia viene de su propia percepción de que la realidad misma es un conjunto de signos. Los signos de la calle. La lucha de clases se reorganiza, también, por lo que es puesto por los planos de la supraestructura política e ideológica y las palabras de la calle, por cómo los imaginarios sociales ordenan las acciones cotidianas, desde las domésticas hasta las más trascendentes.
2. La pertenencia a una clase social, un estamento, un determinado grupo, no es una delimitación milimétrica, formal y estática, sino más bien dinámica, variable; los contornos de las clases son móviles. El nudo de nuestra encrucijada colectiva de hace una década fue que el neoliberalismo había llevado las cosas a tal punto que nadie –que no fuera de las elites o los sectores dominantes– sabía muy bien dónde estaba parado; por todos lados, incertidumbre. Las identidades de clase se tornaron difusas –unas más que otras– o bien se degradaban en distinta intensidad, al compás de un enorme mural en el que la pobreza devolvía pequeños fragmentos desoladores desde diferentes regiones del país. Desde mediados de los ’90 todo fue una secuencia de relatos dolorosos, donde la niñez se transformaba en sinónimo de pobre, la “portación de rostro” en el sustantivo juvenil y la vergüenza económica del padre en un hogar desangelado. De Tartagal a Neuquén, de San Justo a Rosario, las noticias de la calle traían mayoritariamente decepciones personales, progresos imposibles.
3. En ese contexto, la lucha de clases no se estructuró en un antagonismo de un bloque frente a otro, con canales de negociación; fue todo más desordenado, confuso. Aparecieron, sí, prácticas de clase (subalterna). Hubo prácticas de clase dispersas, solidarias, reparadoras. Mecánicas colectivas, ingeniosas, de mano en mano, que no construyeron un sujeto político específico, pero que tuvieron la potencia suficiente como para perforar la red ideológica que cubría la dialéctica social: símbolos e interpretaciones contrarios a los que proponía el neoliberalismo. El 19 y 20, como proceso histórico –esto es, el que viene de antes del 2001 y se proyecta hacia adelante–, quebró aquel molde autodisciplinador en el que había quedado capturado el sentido de nuestra democracia. Emblemáticamente lo hizo anulando la legitimidad de lo que constituye el último recurso del dominio estatal, el estado de sitio. El 19 y 20 cruzó esa frontera; estaba claro que después las cosas ya no serían iguales. Se fue desvaneciendo el edificio de los lugares comunes de lo que debía ser una democracia, lo que significaba ser ciudadano, los derechos, las obligaciones. Fue un proceso, un movimiento liberador y esencialmente destructivo, de negación: negarse a naturalizar aquellas imágenes, a convivir con esa realidad productora de aquellas imágenes. En el medio, un coro de voces pidiendo “orden”: los sectores conservadores, las elites.
4. Abierta la grieta, la elaboración de los nuevos moldes, parámetros y lenguajes democráticos prosiguió durante el kirchnerismo, sobre la base de una dialéctica sustantivamente distinta. La reafirmación de los nuevos imaginarios no surgiría desde las apuestas a prácticas de clase en una sociedad desvencijada, sino desde las decisivas palancas que impone la interacción entre políticas públicas, gobierno y estructura social. El Estado entró en escena para proseguir, desde este punto de vista, con la confección de una nueva metáfora de la democracia; como socializador, como integrador, normatizador y legislador. Obviamente es otra la contundencia cuando el Estado es el que se convierte en el organizador material y discursivo de la realidad: al mismo tiempo que recompuso certidumbres económicas e identidades sociales, mediante un abanico amplio de medidas heterodoxas y originales, emprolijando incluso las pertenencias de clase, instaló nuevos principios de reconocimiento intersubjetivo, revolucionando valores, empujando otras imágenes: “nos podemos casar con los mismos derechos”, “el trabajo de ama de casa es un trabajo”, etc. El kirchnerismo es, entre otras cosas, también un aporte a ese mapa democrático.
5. Este es otro país que el del 2001; los signos de la calle y las propuestas de los poderes políticos lo son. Hace una década, Inés Pertiné de De la Rúa armaba un apaciguador pesebre gigante en la puerta de la Casa de Gobierno para contrarrestar la atmósfera social; hoy , allí, puertas adentro, hay un salón con la imagen del Che, de Zapata, de Tupac Amaru... En aquel sentido no superficial ni secundario para Marx –el de la producción de signos, representaciones colectivas y significados de lo que puede ser una sociedad–, el recorrido que va de aquellas prácticas de clase a los efectos que puede producir la socialización política estatal del kirchnerismo muestra una conexión interna de sentido histórico; quizá sean momentos de un mismo proceso, el de la democratización de la sociedad argentina. Cuando Marx anuncia que “todo lo sólido se desvanece en el aire y todo lo sagrado es profanado”, se refiere a cambios de larga duración, no a un hecho específico ni a un relámpago puntual de la historia. El derrumbe de aquel universo (simbólico) democrático que tuvimos del ’83 al 2001 también llevará su tiempo: aún hay elementos que sobreviven, hay palabras, ideas y comportamientos que se resisten a ser desplazados. Pero da la impresión de que, por las imágenes que nosotros mismos reflejamos, algunos pasos han sido dados. A la manera de un topo, laborioso y animado.
* Politólogo (UBA).

viernes, 23 de diciembre de 2011

No te tardes en volver

Iván donde estés con una lágrima te saludo. No sé qué te pasó y no se si quiero saberlo. Solo te imagino la sonrisa acariciadora, las palabras gentiles y tu cercanía compañera como siempre. Te recuerdo en el Consejo de Económicas burlándote de los garcas de la Franja, cantando encolumnado en una Marcha de la Resistencia, bailoteando escabio en mi casamiento, en la tele y arengando a La Cámpora al frente. Economista militante, peronista que no le teme a la zurda y judío nacionalista popular. La puta que lo pario, ¡sí que te vamos a extrañar! espero que esos abrazos altísimos que te dábamos de punta de pie te los hallas llevado para el viaje para que no nos olvides y te hagan acordar que acá te estamos esperando en la próxima peña del Ateneo Cooke. Venite hermano y tráelo a Néstor también, nos vemos acá.
Juanjo

martes, 20 de diciembre de 2011

Iván no te vamos a olvidar


Iván no te vamos a olvidar
¡Hasta la Victoria Siempre!  


El economista callejero

“Estos asuntos de economía y finanzas son tan simples que están al alcance de cualquier niño. Solo requieren saber sumar y restar. Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende es que están tratando de robarlo. Cuando usted entienda eso, ya habrá aprendido a defender la patria en el orden inmaterial de los conceptos económicos y financieros.”

Así arrancaba casi siempre, con esa frase de Scalabrini Ortiz, sus charlas sobre temas económicos. Casi un lugar común entre los economistas del palo, pero en su caso, además de citarla la ejercía con consecuencia apasionada. Su compromiso era con todo. Como militante universitario fue presidente de la FUBA. De vendedor callejero de artesanías llegó a ser un joven economista brillante. Como bailarín de tango terminó poniendo una milonga. Como amigo y compañero fue un gran amigo y un gran compañero.
Hoy se nos fue Iván Heyn, un cuadro integral, un militante completo, un economista callejero. A pesar de su solvencia, de sus enormes conocimientos y de una inteligencia muy por encima de la media, su pasión siempre fue poder explicar las complejidades de la economía de manera tal que las entiendan los que las sufren. O sea el pueblo.
Te vamos a extrañar, Gordo, por polémico, por las noches en las que aprendimos a discutir de política y de economía como una forma de afianzar y sellar un compromiso y una amistad, hasta la última hora y hasta el último culito de Fernet. Por tu docencia constante, porque no había un tema en el mundo del que no pudieses dar una visión más o menos novedosa, combinando el monto justo de técnica y estaño. Por tu ritmo arrollador e imparable. Por tu cabeza galopante.
Con vos se va un pedazo de nosotros. Te vamos a extrañar mucho.
Tus compañeros de La Cámpora.



lunes, 5 de diciembre de 2011

Presentación de El Ojo Mocho


Presentación de El Ojo Mocho
Martes 6 de diciembre - 19hs.
Museo del Libro y de la Lengua
Av. Las Heras 2555 - Auditorio David Viñas


Presentan

  • Gisela Catanzaro
  • Américo Cristófalo
  • Gastón Salcedo

martes, 22 de noviembre de 2011

Aerolíneas, separando la paja del trigo

 Por Agustín Rossi *
La misma noche en que la Cámara de Diputados aprobó el inicio del proceso de reestatización de Aerolíneas Argentinas (agosto de 2008) mantuve en el recinto un diálogo con un grupo de representantes de los trabajadores de la empresa que venían a agradecer el apoyo recibido. Les dije –palabras más, palabras menos– que debían asumir con responsabilidad el período abierto con la decisión de la presidenta Cristina Kirchner de recuperar para el Estado nuestra aerolínea de bandera. Les anticipé que la mirada de la sociedad iba a situarse sobre ellos y, tal cual había pasado con el Correo Argentino y AySA, no iban a faltar críticas descalificatorias sobre la nueva gestión estatal. La derecha iba a buscar en las acciones y posicionamientos futuros de los distintos sectores de Aerolíneas Argentinas nuevos argumentos para intentar regresar a viejos caminos privatizadores. Pasaron cuarenta meses y creo no haberme equivocado.
Lejos de contribuir a mejorar la gestión de la empresa, el conflicto desatado en Aerolíneas Argentinas está siendo aprovechado para reinstalar viejos prejuicios sobre la gestión estatal que pueden generar, más temprano que tarde, efectos negativos para los trabajadores que se dice representar. No es lo mismo representar a trabajadores de una empresa privada con una clara actitud de vaciamiento de Aerolíneas (como lo fue el grupo Marsans) que ser dirigente gremial de trabajadores de una empresa gestionada por un Estado que no duda en disponer de recursos para reducir el déficit operativo, mejorar la calidad de las prestaciones y la situación económica de sus empleados. Los dirigentes gremiales deberían percibir la diferencia a la hora de realizar sus planteos laborales.
Vale la pena hacer un poco de memoria. Las privatizaciones llevadas adelante en los ’90 no fueron el resultado de la casualidad. Esos procesos fueron puntillosamente planificados. Primero, criticaron sin piedad aspectos puntuales del funcionamiento de las empresas públicas. Luego, demonizaron la gestión estatal acusándola de corrupta e ineficiente. Finalmente, avanzaron en el desguace del Estado vía las privatizaciones. No fue de un día para el otro: lo inició Martínez de Hoz y se terminó de materializar con aquella máxima de los ’90: “Nada de lo que deba ser estatal permanecerá en manos del Estado”. En estos años dimos pasos muy importantes para modificar este sentido común instalado por años en la mentalidad de los argentinos. Estamos recuperando la idea de que el Estado es parte de la solución y no del problema. Pero la batalla cultural no está ganada del todo.
Por otro lado, no es casual que los medios de comunicación concentrados hagan foco en la figura de Mariano Recalde, gerente general de Aerolíneas Argentinas y Austral. Como manifestar las verdaderas intenciones puede ser “políticamente incorrecto” (hablar de reprivatizar Aerolíneas puede llegar a serlo), se busca descalificar nombres y apellidos concretos, pretendiendo que la condena sobre ellos termine abriendo una grieta en la percepción de la sociedad sobre determinados temas. En otras palabras, se demoniza a Mariano Recalde para descalificar la gestión estatal de Aerolíneas y avanzar hacia nuevos intentos de privatización. Pero además, Recalde reúne dos elementos que para las corporaciones son inaceptables: honestidad y juventud.
Antes de dirigir Aerolíneas, Mariano Recalde fue asesor del bloque de diputados nacionales que presido. En el mismo Congreso donde hace once años se recurría a la Banelco para aprobar una legislación laboral contraria a los intereses de los trabajadores (cuyo juicio oral está pronto a comenzar), Mariano Recalde desbarató con su honestidad un intento por abortar a través de coimas la ley de “Tickets Canasta” sancionada sobre fines de 2007 y promulgada por Cristina Kirchner apenas doce días después de iniciar su presidencia. Estas cosas para algunos son intolerables y hoy van por la revancha. No es casual que el intento de soborno a Mariano Recalde, autor de la iniciativa de ley junto a su padre Héctor, ocupó escasas líneas en la cobertura periodística de los mismos medios que hoy no se cansan de descalificarlo.
Además, los críticos más furibundos saben que atacar a Mariano Recalde implica también pegar por elevación a muchos jóvenes funcionarios –a los que despectivamente se los menciona como integrantes de La Cámpora– comprometidos con la gestión estatal de Aerolíneas. La estigmatización de la participación de jóvenes con formación política y técnica en la administración pública busca interrumpir el lógico proceso de renovación que toda gestión del Estado requiere, facilitando que los resortes de la administración queden en las manos de siempre. Yendo más a fondo, propiciar el fracaso de Recalde y su equipo es un claro intento por denostar el fuerte proceso de participación política de los jóvenes abierto por el kirchnerismo y que se manifiesta en la presencia de militantes sub 35 en concejos municipales, intendencias, legislaturas provinciales y, próximamente, en el mismísimo Congreso. La derecha pretende que los jóvenes regresen a lo privado (familia, trabajo, estudio); la presencia de la juventud en el ámbito público les molesta y muchos desearían que la política vuelva a estar plenamente en manos de los clásicos gerentes que resuelven las cuestiones sentados en la mesa de las corporaciones.
Seguramente, hay muchos desafíos pendientes en Aerolíneas Argentinas y, a pesar de los avances registrados en estos tres años de gestión estatal, tenemos que redoblar esfuerzos para mejorar más aún el funcionamiento de una empresa vaciada durante 18 años de conducción privada (Iberia, SEPI, Marsans). Creo que el momento amerita posiciones más constructivas a la hora del reclamo evitando caer en permanentes boicots al normal funcionamiento de Aerolíneas que terminan siendo funcionales a los intereses que desearían ver a la empresa en manos privadas y sin ningún tipo de vestigio de honestidad y juventud en sus cuadros gerenciales.
* Jefe del bloque de Diputados del Frente para la Victoria.

sábado, 19 de noviembre de 2011

¿Qué es un militante?

   
Por José Pablo Feinmann


El 17 de noviembre de 2011

Un militante cree en la solidaridad social. No es un "individuo" en el pobre sentido que del individuo tiene el liberalismo burgués. Sabe que su individualidad se realiza en el grupo. Su incorporación al trabajo, a la producción, a su grupo de pertenencia, a su clase social, lo incorpora a la solidaridad, al compañerismo, a la amistad sincera. Para decirlo claro: lo humaniza. Un militante es un ser en constante proceso de humanización. Su militancia lo hará mejor padre, mejor hombre de su mujer, mejor amigo de sus amigos. Sabe que habita este mundo para luchar junto a los demás, no para usarlos.
El militante respeta el trabajo. No porque sea un sometido, sino, porque sabe que en el trabajo está su poder, su organizatividad y el sentido final de su militancia: la justicia social. Y también porque sabe que por fuera del trabajo, no sólo está la miseria económica, sino la otra: la social y la humana. La que hará de él un apartado, un egoísta, un resentido y hasta un delincuente.
El militante, cree en una verdad que lo trasciende y da sentido a su vida.
Esta verdad es su ideología, la ideología que comparte con sus compañeros y expresa su lucidez.
La ideología que hace de él un sujeto y no un objeto de la historia.
La ha amasado, a esta ideología, durante años, la ha padecido, la ha cuestionado, la ha asumido cotidianamente. Porque cotidianamente intentan quitársela, se la oscurecen y deforman desde las pantallas de la TV o desde las radios. Aparecen allí, frente a él, en su hogar, hombres cultivados, con buenos modales, racionales hasta el asombro y vértigo, implacables, que le dicen que no, que está equivocado, que todo está bien, o que todo está mal, pero que, en todo caso, nada está como él cree.
¿Cómo lucha contra toda esa insidiosa verborragia? Hablando con sus compañeros. Buscando la verdad donde está: en el grupo. Porque cuando los militantes son esto, militantes, y están unidos por sus intereses comunes, la verdad es una tenaz corriente eléctrica que los recorre y los une aniquilando el discurso del enemigo.
Porque es cierto (según postula un diabólico axioma del pensamiento autoritario) que mil repeticiones hacen una verdad. Pero no es menos cierto que mil repeticiones pueden también aburrir, transformarse en un sonido apenas desagradable y persistente. En suma inaudible.
El militante es un hombre que tiene una razón para vivir. Y más también. Cierta vez dijo Camas " Una razón para vivir es una razón para morir”. El militante, en efecto, puede llegar a morir por su causa. Pero en Argentina - hoy a esta altura de nuestra experiencia y de nuestro dolor- habrá que afirmar tenazmente que el momento más alto de realización de un militante es su vida (cualquiera de los infinitos actos en que su militancia lo ha comprometido) y no su muerte.
La deshumanización acecha también al militante. Puede transformar su ideología en dogma, en obstinación y autoritarismo. Puede creerse más heroico. Puede confundir el desprecio por la vida con el coraje. Puede enajenarse en su lucha. Puede olvidar las pequeñas cosas en nombre de los grandes ideales. Puede olvidar que los grandes ideales se persiguen y se conquistan para posibilitar las pequeñas cosas. Puede llegar a considerarse sólo el eficaz cuadro de una organización. Y hasta puede llegar al extravío de exigir también eso de los demás.
Puede llegar a realizar esta frase de Brecht: " Nosotros que nos unimos para luchar por la amistad entre los hombres, no supimos ser amigos”.
El viejo problema de los medios y los fines se agitan detrás de éstas ideas.
Pero si la militancia ha de servir para humanizar al militante, los fines deberán estar presentes en todos los medios. Porque el militante está vivo hoy, y es hoy, en cada uno de los actos que realiza para conquistar una sociedad más justa, donde están enteramente en juego su humanización o su envilecimiento.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Anarcocapitalismo y descolonización latinoamericana

Por Amílcar Salas Oroño* . P/12

1 Los cambios históricos se toman su tiempo. Pareciera que recién el siglo XXI ha traído para América latina la posibilidad de repensar su naturaleza “dependiente”. Frente a un panorama mundial marcado por una crisis financiera que no encuentra punto de equilibrio, el desprestigio de las principales instituciones supranacionales, gobiernos renunciados y ciudadanos “indignados”, una brecha se abre entre, por un lado, los mapas ideológicos que guían las respuestas en los países centrales y, por el otro, lo que sucede en nuestro subcontinente. Son disparidades no exclusivamente de la administración: reflejan un desacople de las mentalidades políticas latinoamericanas respecto de lo que, por siglos, resultó determinante en términos prácticos: la creencia de que nuestro progreso sólo sería posible si correspondiéramos a los modelos económicos, políticos y culturales de los países centrales. Un subterráneo quiebre ideológico que se asienta, sobre todo, en heterodoxas y originales fórmulas de regulación estatal sobre algunas dinámicas del mercado –como lo promocionan incluso académicos europeos y estadounidenses–. Una tendencial “descolonización” latinoamericana, un reacomodamiento de lo que usualmente ha sido considerado centro y periferia, un cambio en las autopercepciones.
2 La “condición periférica” supuso, tradicionalmente, que nuestro dinamismo capitalista (interno), aquel que modernizaría lo arcaico, que traería el desarrollo al subdesarrollo, se encontraba afuera, en el “centro”, en los países centrales. Buena parte de las discusiones culturales de los siglos XIX y XX, promovidas por los sectores dominantes de América latina, giraron alrededor de un mismo aspecto: cómo hacer para replicar en nuestros territorios las instituciones de las metrópolis. Planteos que se presentaron bajo todo tipo de travestismos teóricos y argumentativos, con ropajes de derecha e izquierda, con fórmulas singulares: comprar el paquete civilizatorio completo, distinguiendo entre metrópolis a ser imitadas –”si nos hubiesen colonizado los ingleses y no...”–, o bien avalando la instalación de comitivas extranjeras para hacerse cargo de los asuntos públicos, ya fuera bajo dictaduras militares o en momentos democráticos, como la no tan lejana propuesta, planteada originalmente por el economista R. Dornbush, de establecer un “comisionado general” para la Argentina en 2002. Lo “externo” siempre actuó como un horizonte en nuestra identidad; una colonialidad del saber –y del poder– funcional a la autorreproducción de las elites. Un mapa conceptual que se convirtió en un muro ideológico respecto de las propias potencialidades: la “condición periférica” no sólo era la raíz del problema sino la imposibilidad de resolverlo. Pero de un tiempo a esta parte, sobre todo con la deslegitimación del propio “centro”, de sus valores, el carácter de la “periferia latinoamericana” adquiere otros contornos.
3 La reafirmación periférica ocurre en el marco de una activación económica regional que, según los casos, ha presentado ciclos de crecimiento históricos. Una resocialización desde el mercado –sobre todo, vía empleo– completada por una socialización (política) promovida desde el Estado. Es precisamente ese carácter protector, normativo, socializador y dinamizador del Estado el que pone de manifiesto esa “descolonización” de las mentalidades –siendo que, a su vez, es también consecuencia de esos cambios– y el que ha sido refrendado, por ejemplo, en la última elección de CFK. En ese sentido, el contemporáneo Estado-centrismo latinoamericano sustituye la anterior noción de “centro”: éste ya no está afuera, sino que se localiza en la dirección que pueda darse a la regulación estatal –en sintonía con las ingenierías institucionales regionales–. Desde los diferentes “desendeudamientos externos” promovidos por los gobiernos en adelante, las autopercepciones endógenas de algunos países sudamericanos han recorrido una espiral ascendente.
4 Estos cambios en las mentalidades de la acción política son demasiado recientes; nuestras sociedades distan mucho de ser realidades tranquilizadoras: conviven el extractivismo que dinamita montañas con multinacionales que distorsionan el tipo de cambio, megaconstructoras, latifundios, trabajos esclavos y riesgos de todo tipo –a que caiga el precio de la soja, del petróleo, etc.–. Sin embargo, todos estos elementos, y otros, están al interior de un mapa político que hoy disputa otro diseño, que ya no es una simple prolongación o complemento de los países centrales. Esto ocurre en contextos democráticos, lo que vuelve indiscutible la legitimidad de la reorientación; la mayoría de los países ya atraviesan más de dos mandatos y los escenarios políticos muestran más o menos el mismo panorama: masivos respaldos electorales, donde la autoridad presidencial pareciera estar en un plano de valoración social muy diferente en relación con otro tipo de representantes –regionales, municipales o parlamentarios–. No sólo porque los presidentes se parecen más a sus pueblos, sino también porque, al margen de la dirección de los proyectos, su interlocución pública con la ciudadanía se plantea desde la invocación de una cuestión tan postergada como movilizadora: el interés nacional, su defensa, su proyección. La “descolonización” es, también, la recuperación de las autoestimas nacionales, esas que tan lejanas habían quedado durante el neoliberalismo. Es este interés nacional el que ha oxigenado la representación política, el que ha cambiado el contenido de los léxicos políticos, tan habituados a transitar siempre por la compaginación con los intereses extranjeros. Estado, democracia e interés nacional, despliegues concretos de “descolonización”.
5 Cuando llegaron los españoles, no teníamos alma. Después vino la estigmatización de nuestro sincretismo –religioso, de razas, de fuerzas productivas– como factor de nuestra decadencia; luego, que no teníamos filósofos, ciencia o “acumulación originaria”. El siglo XXI trae una revisión conjunta, en varios países al mismo tiempo, de estos moldes, de estas autopercepciones: una “descolonización” que se afirma y se retroalimenta a partir de las formas de regulación e intervención políticas de la época. Algo se quebró en esa referencia imantadora del “centro”: hay herramientas e intervenciones de gestión que se instrumentan –en general o en torno de la actual crisis– que son diseñadas desde estas latitudes y no desde afuera, ni atendiendo las necesidades de afuera. Las sujeciones concretas continúan y continuarán, pero no hay excusas para no seguir auspiciando estos reordenamientos en las mentalidades políticas. Es una tendencia, pero para un continente acostumbrado a delinearse a imagen de los otros, no es poco. Como si la “periferia latinoamericana” se dirigiera a una nueva y propia fotosíntesis de su identidad. A pesar de los países centrales; eso mismo, “Apesar de você”.
* Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (UBA).

martes, 8 de noviembre de 2011

¡Peligro Macri Jefe de Gobierno!


La política edilicia descontrolada en la Ciudad de Buenos Aires llevada adelante por el gobierno de Mauricio Macri se muestra nuevamente con su peor cara: matando gente por derrumbes.
El grado de irresponsabilidad y cinismo que presentan la autoridades políticas de la Ciudad pone a toda la ciudadanía en una situación de desprotección y abandono. Tanto Rodríguez Larreta como Macri no han asumido el rol que su investidura política les exige para tal caso. En los esfuerzos para zafar de las responsabilidades políticas y técnicas, no cuestionar la raíz del problema que es la construcción desenfrenada de edificios y torres, el desinterés cultural por el patrimonio arquitectónico y paisajístico de la ciudad y la manipulación política de los vecinos, el gobierno de Macri encuentra en las corporaciones multimedia ticas sus mejores aliados. Los vecinos víctimas del derrumbe de la calle Mitre al 1200 han quedado en la calle y sin una asistencia rápida y realmente reparatoria. Mientras tanto, los medios de comunicación parecen dispuestos a no apuntar contra el recién reelecto jefe de gobierno otorgándole un peligroso "perdonavidas" postelectoral.

Juan J. Olivera

lunes, 31 de octubre de 2011

La “sociedad de mercado”

Domingo, 30 de octubre de 2011. Cash P/12

CRISIS DEL PARADIGMA NEOLIBERAL Y EL MOVIMIENTO DE LOS INDIGNADOS

La pretensión de autorregulación que supone una “sociedad de mercado” ha perdido fuerza. La sucesión de “indignados” no hace más que exhibir su fracaso.

 Por Amilcar Salas Oroño *
La particularidad de la “sociedad de mercado” que se difundió con extrema rapidez desde el siglo XIX en adelante, de los centros a las periferias, recibe un nuevo embate, variado, inconcluso, popular, desde regiones muy disímiles. Hay algo de la “promesa” del ideario liberal que, al igual que hacia la Segunda Guerra Mundial, pareciera estar desvaneciéndose en el aire: sus instituciones clave atraviesan un desprestigio muy extendido, lo que anticipa un próximo período de reacomodamientos organizacionales, culturales e ideológicos de diversas magnitudes, sin que pueda especularse todavía sobre sus tiempos de desarrollo ni sus direcciones. Por la cadena de respuestas e “indignaciones” que se manifiestan a diario en este nuevo ciclo de crisis capitalista puede afirmarse, retomando a Karl Polanyi, que una (nueva) Gran Transformación está ocurriendo de manera cada vez más explícita: la pretensión de autorregulación que supone una “sociedad de mercado” ha perdido nuevamente su fuerza retórica moralizante y estructuradora de los comportamientos. Lo que se está reclamando de diferentes formas es, en el fondo, que la sociedad no quede como rehén exclusivo del mercado, esto es, que exista alguna forma de “intervención social” sobre el mismo, de regulación, con la variedad de opciones y contradicciones que supone un pedido de esta naturaleza; simplemente, la sociedad antes que el mercado, y no al revés.
El fin de la primera versión del patrón oro internacional constituyó un momento clave en la historia del capitalismo, distinguiendo dos épocas: marcó un freno al liberalismo (económico) como modelo civilizatorio, con su variada edificación conceptual de ideologías conexas e instituciones, dando lugar a una transformación radical en las ideas sobre los destinos colectivos, incluso dejando espacio de actuación para aquellas opciones que terminaron por constituir uno de los capítulos más desgarradores de la historia del hombre en sociedad. Sin embargo, por procesos históricos superpuestos y derivados de aquellos cambios, luego de las modificaciones en los estándares de transacción monetaria de los años ‘70 y la internacionalización de las fuerzas productivas, acoplados a la gravitación creciente de los circuitos de valorización financiera, un (nuevo) liberalismo consiguió reposicionarse como modelo societal, en paralelo con la hegemonía estadounidense. Ahora bien, ese mismo (neo)liberalismo que fue desplegándose desde entonces como discurso y práctica económica se diseñó ideológicamente sobre una similar pretensión de “sociedad de mercado” autorregulada, con el agregado de que, por las complejidades de las circunstancias, esa misma pretensión debía ecualizarse a través de ciertos organismos supranacionales claves –FMI, BM, BCE, entre otros–, que darían curso y proyección al propio “equilibrio natural”. Como aquél, es ahora este neoliberalismo el que está en entredicho, sobre todo a partir de la crisis del capital financiero –-2008– que ha colocado a la mayoría de los países centrales ante la imposibilidad de, por un lado, reestablecer una dinámica de acumulación que revierta la situación de default generalizado y, por el otro, controlar las derivas de la propia especulación financiera que, lejos de haberse moderado, se dispara hacia múltiples segmentos –como los commodities alimentarios–, cuestión que podría llegar tornar el panorama global aún menos auspicioso. Lo que hoy se activa en distintas partes del mundo es, como en los años ‘30 del siglo XX, una crítica profunda al liberalismo, ahora neoliberalismo. Evidentemente no se expresa de una forma orgánica ni homogénea, lo que debilita en cierta medida la resonancia de cuestionamientos comunes dichos en diferentes tiempos y espacios, e idiomas. Pero en el centro de las críticas populares, masivas, desordenadas están casi los mismos elementos de antaño, con sus nuevos ropajes: a grandes rasgos, y según las idiosincrasias de cada territorio, los reclamos se dirigen hacia las limitaciones de las fórmulas representativas del Estado –a fin de cuentas, la garantía de que los engranajes sociales mantengan los privilegios– y las incapacidades derivadas para ejercer la administración, y hacia la vacuidad en la que ha caído la ficción liberal del consumo y del progreso individual, que se estrellan contra la materialidad de las realidades. Una crisis económica y sustantivamente ideológica, de sentido, que no anula al sistema de un instante a otro, todo lo contrario, pero que afecta la legitimidad y la autoridad de sus instituciones en el mediano y largo plazo, cuestión no menor en lo que respecta a la reproducción de un determinado orden social. Si ahora esta ficción de la “sociedad de mercado” autorregulada se resquebraja en Grecia y España, el movimiento viene desde hace varios años y de otros países. Quizá sus primeras manifestaciones se evidenciaron en las periferias; en ese sentido, el ciclo de protestas sociales latinoamericanas que dio lugar a ciertos gobiernos progresistas debe sumarse a la lista. No es casualidad, entonces, que sea en Chile –a contramano de estos gobiernos, y de los procesos que los forjaron– donde también se replica el actual descontento, a partir de un rígido esquema universitario exclusivamente orientado hacia la figura de un consumidor privilegiado.
Como socialización política, el liberalismo/neoliberalismo vuelve a derrumbarse; como modelo organizador de la sociedad vuelve a evidenciar contundentemente su incapacidad. En eso consiste la actual crisis del capitalismo: la sucesión de “indignados” no hace más que exhibir el fracaso de su propuesta civilizatoria, la inconsistencia de sus principios, la contradicción de sus instituciones. La pretensión autorregulatoria neoliberal se desdibuja día tras día, al igual que sus “promesas”. Resulta fundamental que las demandas de intervención y regulación de esta crisis no se resuelvan autoritariamente como en el siglo pasado, una tendencia latente si se tienen en cuenta los triunfos de las derechas políticas en buena parte de los países europeos. Al respecto, ciertas medidas políticas definidas por algunos gobiernos latinoamericanos parecieran estar a la altura de las circunstancias, incluso lo admiten académicos estadounidenses y europeos. No es poco, teniendo en cuenta el tradicional lugar que se le ha otorgado a la región
* Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (UBA).

jueves, 27 de octubre de 2011

Hoy Viernes 28/10 a partir de las 21hs.

David Lanoscou presenta su CD "Vuelo Libertario".
Luego peña para festejar la alegría con Cristina y recordar a Nestor.

 
 ATENEO COOKE
Carlos Calvo 1641. C1
 

martes, 25 de octubre de 2011

CARTA DEL PRESIDENTE VENEZOLANO A CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER

CARTA DEL PRESIDENTE VENEZOLANO A CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER

¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!



Qué mejor tributo a la memoria de Néstor, el eterno paladín popular, que la consolidación, gracias a tu liderazgo, de la Argentina grande y buena, grande y bonita, que ambos fraguaron, en la que ambos creyeron y a la que ambos consagraron todos sus desvelos. 
 
Miraflores, 24 de octubre de 2011.

Compatriota y compañera
Cristina Fernández de Kirchner
Presidenta de la República Argentina.

Con el mayor fervor y la más genuina alegría, saludo la gran victoria popular del 23 de octubre de 2011 como una nueva y hermosa reafirmación colectiva y soberana de la Argentina y de su luminoso destino. Hablo en nombre del sentir bolivariano de mi Pueblo, entrañablemente unido al tuyo; avanzando juntos, a paso de vencedores, hacia la Independencia definitiva; encarnando el abrazo inmortal de Guayaquil.
Hoy he vuelto a recordar los versos de ese entrañable trovador argentino que es Víctor Heredia: “La vida puso Argentina / Ese azul y blanco en mi corazón”. Ese azul y blanco que se funde a ese amarillo, azul y rojo en mi corazón, en los corazones de la inmensa mayoría de mis compatriotas.
Desde el júbilo inmenso, no tengo otra manera de decirlo: la victoria de este bienaventurado 23 de octubre es una victoria de todas y de todos, porque en ella se traduce la larga lucha por la dignidad libertaria de nuestras Patrias y de nuestros Pueblos. En realidad y en verdad, es la causa suramericana la que ha vencido hoy en la Argentina. Es la divisa de Perón que se ha convertido en luz y guía: Unidos, seremos inconquistables; separados, indefendibles.
Son los Pueblos, Cristina, quienes nos trazan su camino de esperanza, depositando en nosotros su confianza a través de los procesos electorales, y nos han convertido en sus amorosas servidoras y servidores a tiempo completo. Atrás, definitivamente atrás, quedaron los tiempos de las masas engañadas, una y otra vez, en toda Nuestra América.
Hoy los Pueblos se han echado el miedo a la espalda y, con su participación protagónica, siguen dándole concreción al cambio de época, haciéndolo irreversible. Así ha quedado confirmado este domingo en la Argentina, en nuestra Argentina.
Qué mejor tributo a la memoria de Néstor, el eterno paladín popular, que la consolidación, gracias a tu liderazgo, de la Argentina grande y buena, grande y bonita, que ambos fraguaron, en la que ambos creyeron y a la que ambos consagraron todos sus desvelos.
Y en el fecundo legado de Néstor siempre habrá que nombrar el haber entendido, y actuado en consecuencia, la necesidad de sentar las bases de una alianza estratégica entre la Argentina y Venezuela. Y nuestra alianza estratégica, tan ejemplar como modélica, ha tenido la más armoniosa continuidad contigo en la Presidencia de la República: toca seguir fortaleciéndola e incrementándola. Sigamos ganándole, Cristina, tiempo al tiempo.
El 23 de octubre demuestra una verdad que es y será irrefutable: ¡Néstor vive y está en la pelea! ¡Ha vuelto por todos los caminos y se ha convertido en millones!
Compañera del alma:
En esta hora en que la voluntad popular te acompaña mayoritariamente, para seguir construyendo más patria, más libertad y más igualdad, tal como lo definiste en tu cierre de campaña, cómo recobran toda su significación libertaria estos versos del Himno Nacional de la Argentina: “Y los libres del mundo responden: ¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!”
Y cómo está resonando la voz de Mariano Moreno, aquel infinito artífice del Mayo argentino de 1810, para iluminar el presente y prefigurar el porvenir: felizmente, se observa en nuestras gentes, que sacudido el antiguo adormecimiento, manifiestan un espíritu noble, dispuesto para grandes cosas y capaz de cualquier sacrificio que conduzca a la consolidación del bien general. En realidad y en verdad, a través de Mariano Moreno está hablando la fuerza histórica de tu Pueblo, la de ayer y la de hoy. La fuerza histórica que impulsó a Moreno, a Juana Azurduy, a San Martín, a Perón, a Evita, al Che Guevara, a Néstor, y a tantas otras forjadoras y forjadores de la dignidad argentina. Es la fuerza histórica, Cristina, que hoy tiene en ti a su más digna y valiente adalid.
No en vano tu Pueblo se reconoce en ti y en tu liderazgo. Ha hecho suyo el proyecto de liberación en curso; lo ha defendido encarnizadamente, haciendo gala de una gran conciencia patria. Y no en vano su firme convencimiento en la magna obra de construir la Patria Grande; en aquella brillante idea por ti enunciada, esto es, la ecuación de alimentos y energía como desafío fundamental y reto fundacional para darle vida a nuestra unidad en el siglo XXI.
Se me impone, en este momento, la viva y combativa memoria de Evita, de quien eres legítima heredera y genuina continuadora. Quiero evocar este conmovedor pasaje de La razón de mi vida: “Cuando un pibe me nombra ‘Evita’ me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama ‘Evita’ me siento con gusto ‘compañera’ de todos los hombres.”
Y si el Pueblo te llama Cristina, es porque te sabe leal y plenamente identificada con quien fue y es el más trascendente ejemplo de compromiso, mística y entrega; de amor por los excluidos, al punto de consagrar la vida a la causa de su redención, echando su suerte, como diría José Martí, con ellos.
Quien tenga ojos que vea y quien tenga oídos que oiga: la resurrección de la Argentina es una feliz e irreversible realidad. Los resultados electorales son la confirmación rotunda e incontestable de la recuperación de la esperanza y la soberanía popular. Pero, también, de lo que me atrevo a llamar la fe nacional. Como decía el gran pensador antiimperialista argentino Raúl Scalabrini Ortiz: “¡Creer! He allí toda la magia de la vida”. Y vaya que el Pueblo argentino está probando, en los hechos, la fortaleza de su creencia.
Toda la admiración y el cariño de mi Pueblo para ti. Un interminable abrazo y un infinito beso de quien te sabe y te siente compañera del alma e incomparable amiga.
¡¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!!
¡Hasta la Victoria siempre!
¡Viviremos y Venceremos! <