lunes, 31 de octubre de 2011

La “sociedad de mercado”

Domingo, 30 de octubre de 2011. Cash P/12

CRISIS DEL PARADIGMA NEOLIBERAL Y EL MOVIMIENTO DE LOS INDIGNADOS

La pretensión de autorregulación que supone una “sociedad de mercado” ha perdido fuerza. La sucesión de “indignados” no hace más que exhibir su fracaso.

 Por Amilcar Salas Oroño *
La particularidad de la “sociedad de mercado” que se difundió con extrema rapidez desde el siglo XIX en adelante, de los centros a las periferias, recibe un nuevo embate, variado, inconcluso, popular, desde regiones muy disímiles. Hay algo de la “promesa” del ideario liberal que, al igual que hacia la Segunda Guerra Mundial, pareciera estar desvaneciéndose en el aire: sus instituciones clave atraviesan un desprestigio muy extendido, lo que anticipa un próximo período de reacomodamientos organizacionales, culturales e ideológicos de diversas magnitudes, sin que pueda especularse todavía sobre sus tiempos de desarrollo ni sus direcciones. Por la cadena de respuestas e “indignaciones” que se manifiestan a diario en este nuevo ciclo de crisis capitalista puede afirmarse, retomando a Karl Polanyi, que una (nueva) Gran Transformación está ocurriendo de manera cada vez más explícita: la pretensión de autorregulación que supone una “sociedad de mercado” ha perdido nuevamente su fuerza retórica moralizante y estructuradora de los comportamientos. Lo que se está reclamando de diferentes formas es, en el fondo, que la sociedad no quede como rehén exclusivo del mercado, esto es, que exista alguna forma de “intervención social” sobre el mismo, de regulación, con la variedad de opciones y contradicciones que supone un pedido de esta naturaleza; simplemente, la sociedad antes que el mercado, y no al revés.
El fin de la primera versión del patrón oro internacional constituyó un momento clave en la historia del capitalismo, distinguiendo dos épocas: marcó un freno al liberalismo (económico) como modelo civilizatorio, con su variada edificación conceptual de ideologías conexas e instituciones, dando lugar a una transformación radical en las ideas sobre los destinos colectivos, incluso dejando espacio de actuación para aquellas opciones que terminaron por constituir uno de los capítulos más desgarradores de la historia del hombre en sociedad. Sin embargo, por procesos históricos superpuestos y derivados de aquellos cambios, luego de las modificaciones en los estándares de transacción monetaria de los años ‘70 y la internacionalización de las fuerzas productivas, acoplados a la gravitación creciente de los circuitos de valorización financiera, un (nuevo) liberalismo consiguió reposicionarse como modelo societal, en paralelo con la hegemonía estadounidense. Ahora bien, ese mismo (neo)liberalismo que fue desplegándose desde entonces como discurso y práctica económica se diseñó ideológicamente sobre una similar pretensión de “sociedad de mercado” autorregulada, con el agregado de que, por las complejidades de las circunstancias, esa misma pretensión debía ecualizarse a través de ciertos organismos supranacionales claves –FMI, BM, BCE, entre otros–, que darían curso y proyección al propio “equilibrio natural”. Como aquél, es ahora este neoliberalismo el que está en entredicho, sobre todo a partir de la crisis del capital financiero –-2008– que ha colocado a la mayoría de los países centrales ante la imposibilidad de, por un lado, reestablecer una dinámica de acumulación que revierta la situación de default generalizado y, por el otro, controlar las derivas de la propia especulación financiera que, lejos de haberse moderado, se dispara hacia múltiples segmentos –como los commodities alimentarios–, cuestión que podría llegar tornar el panorama global aún menos auspicioso. Lo que hoy se activa en distintas partes del mundo es, como en los años ‘30 del siglo XX, una crítica profunda al liberalismo, ahora neoliberalismo. Evidentemente no se expresa de una forma orgánica ni homogénea, lo que debilita en cierta medida la resonancia de cuestionamientos comunes dichos en diferentes tiempos y espacios, e idiomas. Pero en el centro de las críticas populares, masivas, desordenadas están casi los mismos elementos de antaño, con sus nuevos ropajes: a grandes rasgos, y según las idiosincrasias de cada territorio, los reclamos se dirigen hacia las limitaciones de las fórmulas representativas del Estado –a fin de cuentas, la garantía de que los engranajes sociales mantengan los privilegios– y las incapacidades derivadas para ejercer la administración, y hacia la vacuidad en la que ha caído la ficción liberal del consumo y del progreso individual, que se estrellan contra la materialidad de las realidades. Una crisis económica y sustantivamente ideológica, de sentido, que no anula al sistema de un instante a otro, todo lo contrario, pero que afecta la legitimidad y la autoridad de sus instituciones en el mediano y largo plazo, cuestión no menor en lo que respecta a la reproducción de un determinado orden social. Si ahora esta ficción de la “sociedad de mercado” autorregulada se resquebraja en Grecia y España, el movimiento viene desde hace varios años y de otros países. Quizá sus primeras manifestaciones se evidenciaron en las periferias; en ese sentido, el ciclo de protestas sociales latinoamericanas que dio lugar a ciertos gobiernos progresistas debe sumarse a la lista. No es casualidad, entonces, que sea en Chile –a contramano de estos gobiernos, y de los procesos que los forjaron– donde también se replica el actual descontento, a partir de un rígido esquema universitario exclusivamente orientado hacia la figura de un consumidor privilegiado.
Como socialización política, el liberalismo/neoliberalismo vuelve a derrumbarse; como modelo organizador de la sociedad vuelve a evidenciar contundentemente su incapacidad. En eso consiste la actual crisis del capitalismo: la sucesión de “indignados” no hace más que exhibir el fracaso de su propuesta civilizatoria, la inconsistencia de sus principios, la contradicción de sus instituciones. La pretensión autorregulatoria neoliberal se desdibuja día tras día, al igual que sus “promesas”. Resulta fundamental que las demandas de intervención y regulación de esta crisis no se resuelvan autoritariamente como en el siglo pasado, una tendencia latente si se tienen en cuenta los triunfos de las derechas políticas en buena parte de los países europeos. Al respecto, ciertas medidas políticas definidas por algunos gobiernos latinoamericanos parecieran estar a la altura de las circunstancias, incluso lo admiten académicos estadounidenses y europeos. No es poco, teniendo en cuenta el tradicional lugar que se le ha otorgado a la región
* Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (UBA).

jueves, 27 de octubre de 2011

Hoy Viernes 28/10 a partir de las 21hs.

David Lanoscou presenta su CD "Vuelo Libertario".
Luego peña para festejar la alegría con Cristina y recordar a Nestor.

 
 ATENEO COOKE
Carlos Calvo 1641. C1
 

martes, 25 de octubre de 2011

CARTA DEL PRESIDENTE VENEZOLANO A CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER

CARTA DEL PRESIDENTE VENEZOLANO A CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER

¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!



Qué mejor tributo a la memoria de Néstor, el eterno paladín popular, que la consolidación, gracias a tu liderazgo, de la Argentina grande y buena, grande y bonita, que ambos fraguaron, en la que ambos creyeron y a la que ambos consagraron todos sus desvelos. 
 
Miraflores, 24 de octubre de 2011.

Compatriota y compañera
Cristina Fernández de Kirchner
Presidenta de la República Argentina.

Con el mayor fervor y la más genuina alegría, saludo la gran victoria popular del 23 de octubre de 2011 como una nueva y hermosa reafirmación colectiva y soberana de la Argentina y de su luminoso destino. Hablo en nombre del sentir bolivariano de mi Pueblo, entrañablemente unido al tuyo; avanzando juntos, a paso de vencedores, hacia la Independencia definitiva; encarnando el abrazo inmortal de Guayaquil.
Hoy he vuelto a recordar los versos de ese entrañable trovador argentino que es Víctor Heredia: “La vida puso Argentina / Ese azul y blanco en mi corazón”. Ese azul y blanco que se funde a ese amarillo, azul y rojo en mi corazón, en los corazones de la inmensa mayoría de mis compatriotas.
Desde el júbilo inmenso, no tengo otra manera de decirlo: la victoria de este bienaventurado 23 de octubre es una victoria de todas y de todos, porque en ella se traduce la larga lucha por la dignidad libertaria de nuestras Patrias y de nuestros Pueblos. En realidad y en verdad, es la causa suramericana la que ha vencido hoy en la Argentina. Es la divisa de Perón que se ha convertido en luz y guía: Unidos, seremos inconquistables; separados, indefendibles.
Son los Pueblos, Cristina, quienes nos trazan su camino de esperanza, depositando en nosotros su confianza a través de los procesos electorales, y nos han convertido en sus amorosas servidoras y servidores a tiempo completo. Atrás, definitivamente atrás, quedaron los tiempos de las masas engañadas, una y otra vez, en toda Nuestra América.
Hoy los Pueblos se han echado el miedo a la espalda y, con su participación protagónica, siguen dándole concreción al cambio de época, haciéndolo irreversible. Así ha quedado confirmado este domingo en la Argentina, en nuestra Argentina.
Qué mejor tributo a la memoria de Néstor, el eterno paladín popular, que la consolidación, gracias a tu liderazgo, de la Argentina grande y buena, grande y bonita, que ambos fraguaron, en la que ambos creyeron y a la que ambos consagraron todos sus desvelos.
Y en el fecundo legado de Néstor siempre habrá que nombrar el haber entendido, y actuado en consecuencia, la necesidad de sentar las bases de una alianza estratégica entre la Argentina y Venezuela. Y nuestra alianza estratégica, tan ejemplar como modélica, ha tenido la más armoniosa continuidad contigo en la Presidencia de la República: toca seguir fortaleciéndola e incrementándola. Sigamos ganándole, Cristina, tiempo al tiempo.
El 23 de octubre demuestra una verdad que es y será irrefutable: ¡Néstor vive y está en la pelea! ¡Ha vuelto por todos los caminos y se ha convertido en millones!
Compañera del alma:
En esta hora en que la voluntad popular te acompaña mayoritariamente, para seguir construyendo más patria, más libertad y más igualdad, tal como lo definiste en tu cierre de campaña, cómo recobran toda su significación libertaria estos versos del Himno Nacional de la Argentina: “Y los libres del mundo responden: ¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!”
Y cómo está resonando la voz de Mariano Moreno, aquel infinito artífice del Mayo argentino de 1810, para iluminar el presente y prefigurar el porvenir: felizmente, se observa en nuestras gentes, que sacudido el antiguo adormecimiento, manifiestan un espíritu noble, dispuesto para grandes cosas y capaz de cualquier sacrificio que conduzca a la consolidación del bien general. En realidad y en verdad, a través de Mariano Moreno está hablando la fuerza histórica de tu Pueblo, la de ayer y la de hoy. La fuerza histórica que impulsó a Moreno, a Juana Azurduy, a San Martín, a Perón, a Evita, al Che Guevara, a Néstor, y a tantas otras forjadoras y forjadores de la dignidad argentina. Es la fuerza histórica, Cristina, que hoy tiene en ti a su más digna y valiente adalid.
No en vano tu Pueblo se reconoce en ti y en tu liderazgo. Ha hecho suyo el proyecto de liberación en curso; lo ha defendido encarnizadamente, haciendo gala de una gran conciencia patria. Y no en vano su firme convencimiento en la magna obra de construir la Patria Grande; en aquella brillante idea por ti enunciada, esto es, la ecuación de alimentos y energía como desafío fundamental y reto fundacional para darle vida a nuestra unidad en el siglo XXI.
Se me impone, en este momento, la viva y combativa memoria de Evita, de quien eres legítima heredera y genuina continuadora. Quiero evocar este conmovedor pasaje de La razón de mi vida: “Cuando un pibe me nombra ‘Evita’ me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama ‘Evita’ me siento con gusto ‘compañera’ de todos los hombres.”
Y si el Pueblo te llama Cristina, es porque te sabe leal y plenamente identificada con quien fue y es el más trascendente ejemplo de compromiso, mística y entrega; de amor por los excluidos, al punto de consagrar la vida a la causa de su redención, echando su suerte, como diría José Martí, con ellos.
Quien tenga ojos que vea y quien tenga oídos que oiga: la resurrección de la Argentina es una feliz e irreversible realidad. Los resultados electorales son la confirmación rotunda e incontestable de la recuperación de la esperanza y la soberanía popular. Pero, también, de lo que me atrevo a llamar la fe nacional. Como decía el gran pensador antiimperialista argentino Raúl Scalabrini Ortiz: “¡Creer! He allí toda la magia de la vida”. Y vaya que el Pueblo argentino está probando, en los hechos, la fortaleza de su creencia.
Toda la admiración y el cariño de mi Pueblo para ti. Un interminable abrazo y un infinito beso de quien te sabe y te siente compañera del alma e incomparable amiga.
¡¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!!
¡Hasta la Victoria siempre!
¡Viviremos y Venceremos! <

sábado, 22 de octubre de 2011

Presentación de la Revista Debates y Combates dirigida por Ernesto Laclau


Presentación de la Revista Debates y Combates dirigida por Ernesto Laclau

1º de Noviembre – 19hs.
Biblioteca Nacional – Agüero 2502-CABA

martes, 11 de octubre de 2011

Aventura de una vida

                          
Por Horacio González .

Cierro los ojos y pienso. Alguna vez he estado en una reunión política, en aquellos años, y de repente entra alguien diciendo mataron al Che. No puedo imaginar hoy quiénes eran, quiénes éramos, cuánto demoró el silencio atónito, cuál fue el primer balbuceo que alguien pudo ensayar, el análisis político que algún otro intentó hacer. No se puede decir que sobre ese hombre, cuya cabeza sostenía alguien por la cabellera en la escuelita de La Higuera, se haya elegido mal un apodo, el certero sobrenombre sin el cual hoy no puede ser pensado. Era una partícula capital de nuestro lenguaje; interpelación básica pegada como molusco al cuerpo de un idioma. Era él y la diferencia idiomática, tal como ese che trabaja, se ausenta o se pone como remedo en las variadas formas del castellano suramericano. Su nombre sucinto con el que firmaba los billetes de banco era una invención perfecta, tres letras que seguimos diciendo todos los días para llamar, llamarnos, poner las estacas necesarias para decir quiénes somos cuando hablamos.

De tanto en tanto, en la historia aparece un partisano del humanismo socialista, que pone exigencias superiores para la militancia de índole sacrificial. Estaba en un límite, y sin embargo era un límite que hoy ya ha sido superado. Todavía, hasta el Che Guevara, era posible que el jefe dispuesto a inmolarse como verdad inherente a un compromiso fuera fotografiado leyendo a Goethe en la floresta, escribiendo frases cortantes en cartas de despedida, pidiendo que a sus hijos los cuide el Estado socialista y mencionando a Rocinante para mostrar que él también era hijo de nociones épicas tamizadas por los mitos literarios de la caballería. Por eso mismo supo tomarse algo en solfa, con un humor ascético del argentino de alcurnia. En la batalla de Santa Clara portaba en su chaqueta la vieja cédula de identidad argentina, ese cuadernito de tapas duras que muchos tuvimos. Una bala perdida rebota en ella. Después dijo, con ironía zumbona, “viejo, me salvó la vida ser argentino”.

Una frase que alguna vez garabateara en sus notas y epístolas, “hay que ser duro sin perder la ternura jamás”, deja un sabor intranquilo pues con ella deseaba señalar el carácter del socialismo atinente al hombre nuevo, pero a pesar de la eficacia de este versículo, detenerse apenas en la ternura revelaba que alguien tan dotado como él para el pensamiento avanzado, que había propuesto reexaminar la idea de plusvalía para el trato entre las diversas unidades productivas del nuevo Estado, que había solicitado la idea de excepcionalidad histórica para evadirse de un marxismo atrapado en un sistema de leyes fijas, que había discutido con las duras recetas del realismo socialista en el arte, ese mismo Guevara, que nunca dejaba de exponer su escritura sutil, detenerse, pues, en el simple par dureza-ternura lo conformaba con algo menor a lo que hubiera sido internarse en la condición compleja de la conciencia revolucionaria, con sus claroscuros y espesuras. Podría haberlo hecho. En su famoso diario, esa agenda de una casa comercial alemana, había escrito: “Somos 22, Pacho y Pombo están heridos y yo con el asma a todo vapor”. No es fácil en la literatura contemporánea encontrar una frase con esa cadencia perfecta, un número, dos sobrenombres y el remate lacónico sobre el asma, que para ser leída exige de inmediato la rememoración del drama de la selva, ese puñado de hombres en dificultades, de cuerpos desvalidos y proyectos intrépidos.

Mucho se ha escrito sobre Ernesto Guevara de la Serna, sus transfiguraciones y calvarios. Tenemos por superior la breve nota que ha dejado José Lezama Lima, a poco de llegar la noticia de su tragedia a La Habana, en la que lo menciona como un nuevo Viracocha, y las páginas en las que lo recuerda Ezequiel Martínez Estrada, quien lo ve como un tribuno envuelto en vestiduras de antiguo orador romano en un acto universitario en Cuba. Estos dos grandes alegoristas dieron en el clavo respecto de la figura legendaria del revolucionario moderno, buscándole los modelos remotos, la arcaica trascendencia. No pueden desdeñarse los tramos en los que Cortázar, en su cuento “Reunión”, reconstituye la conciencia del Che en el monte, buscando los planos de su memoria en que afloran sus tiempos de estudiante argentino de medicina, y si hubiera ejercido, y si se hubiera convertido en un médico progresista, en su consultorio en Buenos Aires, entre pacientes obesos y parturientas, y si se hubiera casado en un matrimonio burgués, si es que finalmente no hubiera dejado en el camino “el escepticismo y la desconfianza que eran los únicos dioses vivos en su pobre país perdido”.

Mucho tiempo sus huesos estuvieron perdidos al costado de un aeródromo abandonado, en las cercanías de la incierta choza en que lo ultimaron. Cuando aparecen los osarios, el de él fue catalogado por los antropólogos forenses bajo la dominación provisoria de E-2. Ese nomenclador de los peritos esperaba impaciente por el nombre real, así como los despojos habían esperado por tres décadas la exhumación. Ese entierro mantenido como secreto de Estado, ese destino boliviano que lo hacía parte del suelo inquieto de ese país, fusionado con su mineralogía insurrecta, el incógnito de esos restos como piedras del incario, convivía en la imaginación de toda una época con lo que resumía la gran foto de Korda, boina, melena, mirada absorta en un punto indeterminado del horizonte. Tuvo a su cargo reunir en una sola figura la legendaria disyuntiva del siglo XX: aventurero o militante. Las dos cosas, en gran estilo, él fue.


* Sociólogo. Director de la Biblioteca Nacional.

miércoles, 5 de octubre de 2011

INAUGURACION EXPOSICION 200 AÑOS, 200 LIBROS. RECORRIDOS POR LA CULTURA ARGENTINA - JUEVES 6, 19 HS



La exposición se compone de 200 libros elegidos por un conjunto de intelectuales, escritores y artistas argentinos, como obras fundamentales de nuestra cultura. Es una invitación a emprender un viaje por esa cultura, pensada como una red ferroviaria, donde cada ferrocarril lleva el nombre de un escritor.

Se trata no sólo de una puesta narrativa, sino de una proposición lúdica, donde cada libro es una estación, que es acompañada por elementos pertenecientes a su universo: fotografías, música, películas, traducciones, y obras producidas especialmente para la muestra; con terminales de consultas interactivas, mesas redondas con intelectuales y artistas, donde se relaciona el arte y la palabra escrita.

A lo largo de la exposición se desarrollará un ciclo de cine y literatura, una serie de mesas redondas y música en vivo con lectura de escritores.

El acto inaugural estará a cargo de Eduardo Jozami, director del Centro Cultural de la Memoria, y Horacio González, director de la Biblioteca Nacional.

Selectores de los libros: Juana Bignozzi, José Emilio Burucúa, Arturo Carrera, José Carlos Chiaramonte, Leonora D’Jament, Jorge E. Dotti, Ángela Di Tullio, José Pablo Feinmann, Norberto Galasso, Griselda Gambaro, Germán García, Noé Jitrik, Jorge Lafforgue, Laura Malosetti Costa, Alan Pauls, Eduardo Rinesi, Andrés Rivera, León Rozitchner, Beatriz Sarlo, Alberto Szpunberg y David Viñas.


Av. Del Libertador 8151 (Ex ESMA) - CABA
(+54 11) 4702 - 7777
ccmhconti@jus.gov.ar
www.derhuman.jus.gob.ar/conti
Horarios
Martes a Viernes de 12 a 21 hs.
Sábados y Domingos de 11 a 21 hs.
Lunes Cerrado.


Biblioteca:
Martes a Viernes de 10 a 19 hs.
Sábados de 11 a 15 hs.

sábado, 1 de octubre de 2011

Cuando el lenguaje es más que pieza antigua

                                             

HORACIO GONZALEZ, MARIA PIA LOPEZ Y LAS COORDENADAS QUE GUIAN AL MUSEO DEL LIBRO Y DE LA LENGUA

El director de la Biblioteca y la directora del Museo no pueden ocultar su entusiasmo por el espacio inaugurado ayer, una institución que sólo encuentra un símil en San Pablo. “No será para custodiar el pasado, sino para una política de la lengua”, dicen.

 Por Silvina Friera. Página /12. Viernes, 30 de septiembre de 2011

“La lengua es un plebiscito cotidiano”, dice Horacio González, director de la Biblioteca Nacional (BN), mientras recorre El Museo del Libro y de la Lengua –diseñado por el arquitecto Clorindo Testa–, que se presentó en sociedad ayer con la participación de la presidenta Cristina Fernández (ver aparte). Lejos de plantarse como un custodio del pasado lingüístico argentino, este espacio inédito para el país y la región –sólo hay un museo similar en San Pablo (Brasil), con el foco puesto en la lengua portuguesa– desplegará “una política de la lengua” y un amplio campo de reflexión, pero sin sermonear sobre los modos en que se expresa la lengua nacional. “Cuando hablamos de la lengua, no podemos tener una posición purista conservadora”, advierte la socióloga María Pía López, directora del Museo, a Página/12.
La presentación del Museo del Libro y de la Lengua, que será inaugurado definitivamente en noviembre, sirve para anticipar las tramas que hilvanará este espacio. En las paredes de la planta baja se exhiben cuatro murales: Otoño, de Juan Carlos Castagnino; Primavera, de Lino Enea Spilimbergo; Verano, de Manuel Colmeiro Guimaraes, e Invierno, de Demetrio Urruchúa. Estos murales en proceso de restauración, que se encontraban bajo custodia de la BN y han sido incorporados el edificio, continuarán siendo restaurados a la vista del público. Lo primero que se encontrará el visitante es una exposición sobre la lengua, en la que coexisten paneles con distintas informaciones, archivos sonoros y audiovisuales, mapas interactivos, juegos electrónicos y artesanales y puestos de consulta con navegaciones por las distintas regiones del país. Pero también se expondrán algunos libros que hacen al debate clásico acerca de la existencia o no de un idioma nacional.
En el primer piso el objeto expositivo es el libro, desplegado a través de núcleos temáticos que articulan un conjunto de problemas fundantes de la cultura nacional, desde las traducciones, las prohibiciones hasta los usos de los textos como pedagogía política, como El contrato social, de Rousseau, traducido por Mariano Moreno y convertido en material escolar. El visitante también podrá bucear por el mapa de las editoriales argentinas, que incluye desde la Imprenta de Expósitos hasta los pequeños y fértiles sellos del presente, como Pánico el Pánico o Milena Caserola.
–Museo y lengua parecen oponerse. La lengua es flexible; el museo, en cambio, se supone más rígido o cristalizado. ¿Qué opinan de esta tensión?
Horacio González: –No me parece mal la tensión entre museo y lengua, que en este caso es muy apropiada porque no se trata de objetos extraídos de una experiencia anterior que ha desaparecido, y que el museo los conserva piadosamente. Se trata de permitir que el visitante recree la experiencia viva de lo que él ya posee, una lengua que en el espejo del Museo la va a ver de otra manera: activa, interconectada con el conjunto social, vinculada con sus raíces históricas.
María Pía López: –Tengo la impresión de que la lengua es lo fijo y la transformación al mismo tiempo. Tenemos que pensar la lengua como algo que se hereda, se macera; y es recreada todo el tiempo por los hablantes. Esa dimensión de transformación y de fijación ya está presente en la experiencia misma de la lengua. Una de las situaciones que tratamos de esquivar en la reflexión y construcción del Museo fue la perspectiva más historicista que implica reducir la lengua a una cronología preexistente; una vocación que tienen los museos en general, que nos parecía que traicionaba el movimiento mismo de la lengua. La idea es que el visitante se reconozca en una experiencia compartida; para eso el Museo tiene que ser muy interactivo y lúdico, de modo de proveer no tanto una explicación o una historia, sino también proponer situaciones.
–¿De qué modo se desplegará la diversidad del habla, en tanto el cordobés tiene un modo de acentuar o un fraseo distinto al riojano, al salteño o al porteño?
M. P. L.: –No se habla del mismo modo en todo el país y, por lo menos, según algunos lingüistas, tenemos cinco regiones lingüísticas. Pero optamos por tomar la división por provincias y proponer una especie de navegación por la música, la poesía y los relatos que han sido grabados, para que se puedan percibir las diferencias, fundamentalmente de tono oral. Hay otra herramienta que está en construcción: un mapa parlante de la Argentina; estamos haciendo grabaciones con un contenido definido por lingüistas, frases compensadas en las que se perciban los sonidos más distintivos de las regiones, para que uno pueda escuchar la misma frase dicha en cordobés, riojano, patagónico o porteño, y mostrar que no sólo habitamos un territorio donde hay heterogeneidad de lenguas, sino también que la lengua es un conjunto de variedades. En un país como Argentina, que fue un territorio colonial, hay algo que es necesario discutir todavía: la pretensión durante muchísimo tiempo de que España funcionara como centro rector de la norma estándar de la lengua. Esas estandarizaciones, que son necesarias gramaticalmente para la vida escolar, tienden a considerar erróneas todas las variedades que no pertenecen al estándar. Un Museo de la Lengua tiene que ser más democrático que esa pretensión de la norma. Cuando hablamos de la lengua, no podemos tener una posición purista conservadora. La lengua es una potencia común que está recreada permanentemente por los hablantes.
H. G.: –Cuando pensamos el Museo, partimos de la lengua como experiencia viva que caracteriza una suerte de libertad en la existencia. No se parte de la norma, pero la norma es otro tipo de existencia que implica instituciones. Hace mucho tiempo que está semirresuelto el problema con la Real Academia, que fue motivo de disputa en el siglo XIX y llevó a la renuncia de Juan María Gutiérrez, que había sido designado miembro de la Real Academia Española. Se puede considerar que hay un avance de posiciones de las regiones latinoamericanas en relación con cómo amplió la Real Academia su visión del español. Pero permanece un poco la idea de un hilo conductor que atraviesa toda la historia argentina, que es la construcción de su literatura a través de los usos más plásticos de la lengua. Yo creo que el Museo va a intervenir fuertemente en la vida universitaria, en la investigación sobre la lengua y quizá también en la escritura argentina. Es un pequeño artefacto muy poderoso desde el punto de vista de la política cultural, cuya potencialidad está por verse.
La última vez que se elaboró un mapa lingüístico de la Argentina fue en los años ’60; una investigación que realizó la lingüista Berta Elena Vidal de Battini para el Ministerio de Educación. “Ella relevó el mapa lingüístico trabajando con los maestros”, recuerda López. “Fue el primer libro oficial, del Ministerio de Educación, donde se reconoció legítimo el voseo; la primera vez que una institución no condenó el voseo y lo sostuvo como una forma usual de la Argentina. Hubo un intento similar de Ofelia Kovacci en los ’90 –creo que llegó a relevar dos o tres provincias–, pero quedó interrumpido por su muerte.”
–¿Con quiénes están realizando el mapa parlante?
M. P. L.: –Los relevamientos los estamos haciendo con un laboratorio del Conicet. Pero las personas tienden a leer las frases actuando de un modo hipercorrecto. No hablan como hablan habitualmente, sino como creen que tienen que hablar. Entonces falla el relevamiento; muchos de los registros no los podemos usar porque las personas ante un grabador actúan de otra manera.
H. G.: –Es lo que decía Borges de la gauchesca: el gaucho quiere hablar correctamente. El tema es tan interesante... La verdad que lo hace más interesante que lo haga una institución. Uno diría que la institución tiene mala fama, en tanto corta lo fresco de una experiencia. Y sin embargo, acá ponemos la incisión donde la experiencia idiomática colectiva e individual puede ser pensada. La ciudadanía lingüística se debe componer de sujetos con conciencia de los múltiples planos en los que actúan. Una especie de monotonía erudita es tan tonta como hablar como un teléfono celular todo el día. La cuestión es no convertirte en doctor de tu propio lenguaje ni ser presa del “idioma de la ganzúa”.