jueves, 14 de julio de 2011

fuerza macri

Ciudad amarillo patito nihilista
 
Puta madre cómo duele.
Ya no importa ese fuerte olor a garrapiñada de Acoyte y Rivadavia, ese que le hace mimos al alma, ni el aroma a madera quemada de la Línea A, que desemboca en el Ministerio de Economía, donde todavía hace agujeros la metralla aérea. Ni la Plaza de la Victoria, más conocida como Plaza de Mayo, esa que alberga el contenido clamor del curioso habitante de éstas tierras, esa Plaza que absorbe el resonar de lo público: grito vital que reverbera e inunda las calles de Buenos Aires: los urbanizados cabellos de la cabeza del gigante dormido. Plaza que asimila el resonar, lo digiere, para luego, mediante misteriosa alquimia, emanar un eco con los inconfundibles acordes de un pueblo viviendo su política. Tampoco importa ya la 9 de Julio de noche, con sus luces que amagan a desembocar en el Río, quizá con la loca fantasía de embarcar la ciudad entera en los mares del Atlántico. Ya no importa el verde laberinto de Parque Chas, con sus calles de raro nombre y sus misterios circulares. Poco importa ya Nueva Pompeya, el más barrio de los barrios. Nada queda de San Telmo y sus domingos vitales, poco importa la rica pizza en lo de Pirilo o la milonga en Plaza Dorrego, con su aljibe mágico y sus percusionistas sudorosos. Los artesanos, los hippis, los artistas, Defensa e Independecia (ese cruce un misterio albergan, seguro, me la juego), los borrachos, los gatos, los perros, qué lindo que es San Telmo puta madre, pero ya no importa. Ya no existen Boedo y Almagro, donde el olorcito del asado más se siente. Villa Crespo, el barrio de la paz, es un bello recuerdo de sábado a las 3. Saavedra y Núñez, qué rico es el aire por ahí, a veces, si se tiene buen oído, se nota que viene impregnado de las melodías del Río. Liniers, que exuda provincia y libertad. Hasta el gusto a sangre coagulada, hueso quemado y grasa rancia voy a extrañar de Mataderos. Flores, qué poco te queda, a vos y a tu salvaje esquina Nazca y Rivadavia, sitio de violentos ritos dionisíacos. Lugano: no te conozco porque siempre me dijeron que si voy a vos me matan, lo mismo para va para Soldati, perdonáme Soldati: compré el pescado podrido, ya no voy a poder visitarte, seguro te habita gente de fierro. De Caballito quizá quede la feria del Parque Rivadavia, ya no los raros y amarillos libros de Don Carlos, sino como frío soporte de libros de marketing político y administración de empresas. Mi Balvanera: a vos sí que te voy a extrañar, todos los días te voy a llevar una flor al cementerio de la Chacarita.
Puta madre cómo duele ver en lo que te convertiste, mi ciudad.
Hace rato te volviste nihilista (“nihil” significa nada, vos sos el “ismo”). Pero al menos sos consecuente: votaste al nihilismo, a la nada, ni siquiera a la derecha declarada, enemigo igual de temible, pero al menos respetable. Ni nuestro querido Tango (ya for export) nos puede redimir ya. El hombre de Corrientes y Esmeralda, ese que Scalabrini descubrió que está sólo y espera, ese hace rato se fue porque se cansó de esperar. Ciudad, dejaste de ser faro (quizá nunca lo fuiste) y ahora sos cloaca, basural. Te ganó tu esencia egoísta, tu esencia de ser puerto. Porque todo está de paso en vos, ¿te diste cuenta? Nada se queda y hecha raíces: las mercancías entran y salen, por mar, aire y tierra; los seres humanos entran y salen, por mar, aire y tierra; la cultura entra y sale, por mar, aire y tierra. Todo está de tránsito en vos, por eso no es casualidad que lo más importante para los/as votantes nihilistas, esos y esas clasemedieros/as de mentalidad tachera, sea la cuestión del tránsito. Si el tránsito no funciona bien, no pueden ser lo que son: gente de tránsito. Gente autista robotizada, mecanizada, peatones de histérica caminata con café en mano, tan apurados al pedo, por nada, salvo su diminuta vidita egoísta. Qué psicología de mierda la nuestra, psicología portuaria, bien llamada porteña.
Ciudad, te teñiste de amarillo: ¿qué te paso? ¿Tan poco bastó? ¿Unos globitos, una campaña vacía (más vacía aún que lo siempre sugerido por el marketing político imperante), buena onda, y un hombre-monumento-encarnación de tu nihilismo bastaron? Un empresario, un racista, un ignorante, un cínico, un vago, un nene rico que juega a ser político, ¿tan poco bastó para seducirte? Puta madre cómo duele verte así de entregada, así de sometida, así de engañada.
¿Al final resolviste que la solución a la indigencia es una patota paramilitar que se desliza en lo más oscuro de la noche? ¿Al final decidiste que la Educación y la Salud son gastos, no valen la pena ya para vos? ¿Te sacudís tu tradición de cultura así de fácil? Quizá tu cultura era una fachada, una condición transitiva de la guita que te llega y que generás. ¿Ahora te gusta ese lenguaje canchero de papa en la boca que habla tu monumento-humano- gobernante al nihilismo Mauricio Macri? ¿Y tu historia, tu poesía, tu arte, qué dicen? Tienen un nudo en la garganta de la angustia. Ya están pensado en mandar a mudar la guitarra, la pluma y el pincel, “¿para qué quedarnos en ésta manzana tan podrida?” se preguntan mientras hacen agonizantes garabatos posmo. Hasta a tus habitantes más pobres engañaste, ¿qué les vendiste?, ¿con qué los compraste? Si durante cuatro años sólo les diste palo, olvido y odio. Bicisendas, victimización y el chamullo de la fraternidad vecinal.
Ciudad: esa famosa “autonomía” le cabe tan bien a tu psicología portuaria… Y usás la Democracia no para igualar y posibilitar horizontes sociales más justos, sino más bien para cobijar la mediocridad y la indiferencia de la mayoría de tus habitantes. Qué “tenemos derecho a pensar diferente”, “que son tan fascistas como Macri los que no respetan las opiniones del otro”. Por supuesto que hay derecho a la cómoda ignorancia sistemática como modo de vida. Opten por ella. Optaron nomás. Si para ustedes, buenos electores, ser “fascista” es ser absolutamente intolerante con una expresión política encarnada y representada por Mauricio Macri, de UCEP, de hospitales y escuelas derruidas, de escuchas ilegales, de tasers para picanear, de complicidad y choreo contratista con tus amiguitos y familiares económicos, de palo, culpabilización y ninguneo a los hermanos peruanos, bolivianos y paraguayos, de meses sin gas en el Borda, de Finos Palacios como referentes policiales, de criminalización de la protesta estudiantil, de inundaciones y subsiguiente verso indemnizatorio; si ser inflexible ante todo esto es ser “fascista”, acá los saluda una jocosa mezcla entre la mismísima Falange mussolineana, las tropas del III Reich y el Ejército Rojo stalinista.
 En una gran paja autónoma te convertiste al final, ciudad. Auto-adulatoria y mal deseada por el resto ¡No vengan! O vengan, coman y váyanse. Acá la tierra ya está yerma, amarillenta, nada verde puede brotar. Gran Oficina humeante y gris, surcada de calles con nombres de héroes y garcas nacionales que le chupan un huevo por igual al distraído flotante que las camina. Estúpido Bazar Caótico infestado de las mejores marcas y las peores ofertas, las más publicitadas, las mejor vendidas, las más caras. Paraíso del gasto y el consumo bobo. Gran Shopping egoísta disfrazado de ciudad. Inmunizada contra los despojos humanos que duermen en la calle, esos y esas que ya no te sirven, esos y esas que te denuncian quién sos en verdad.
 Si en todo esto te convertiste, ¿quién sino un gobernante como Mauricio Macri te puede calzar mejor? Están hechos el uno para el otro.
Pero cómo duele la puta madre, igual. Sabemos que entrañables oasis te quedan. Laguitos de luz te quedan. Micro-resistencias te quedan. Manotazos de humanidad te quedan. Pero la verdadera esperanza, no hay dudas, está en el adentro profundo, que desde acá es un afuera inhóspito, que todavía por suerte no se agarró este cáncer hiper-urbano, sobrevaluado. La esperanza está ahí, en el llamado “Interior”, más allá del gobierno que sea, de la forma de Estado más o menos progre que sea, la materia humana más valiosa está ahí, en “las provincias”. Cuando éstas se sacudan el yugo porteño, ahí sí que se va armar lindo, ahí sí que vamos a empezar a construir una Nación y no esta pantomima de país de caudillismos regenteados por un puerto. Acá, en el “Exterior”, por lógica semántica, no queda nada, por eso triunfa alguien como Macri, no hay ningún misterio: triunfa alguien que no expresa nada, que no dice nada, que no hace nada. Y si algo hace, ocultándose en ese nihilismo que expresa simétricamente el pobre espíritu de la ciudad, es para los poquitos que poquitos quieren seguir siendo. Mátense entre ustedes. O peor, sigan viviendo como viven. Sí, a ustedes, en la cara se los digo: a familiares, amigos y desconocidos que ni quiero conocer, que se expresaron como se expresaron en las urnas, ese fetiche republicano que protege y amamanta su conservadurismo respingado, de quintita, de bolsillito amarrete.
    Hoy duele, avergüenza ser porteño y más duele que el mundo confunda al porteño con la Argentina toda.
   Vámonos de acá, de esta manzana podrida, con mente y cuerpo, no importa dónde. Espero algún día nos amiguemos, ciudad. Vámonos…
   “Al fin siempre es mejor viajar lleno de esperanza que llegar”, dicen los japoneses.
Alan Martín Ulacia ex-porteño

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